Estamos en medio de una revolución. La que ha
provocado el Sr. Presidente de la empresa Anglo-Holandesa Shell.
Este proceso revolucionario iniciado por el Sr. Aranguren es maravilloso
por lo simple, algo que hace mucho no se ve en el mundo.
Y la comenzó de una forma también muy simple: (Además, inesperadas para
todos los mortales) El, como presidente de una compañía que es importadora,
tiene el amparo de la ley para poder comprar los dólares que necesite para
poder tener en funcionamiento a su destilería. Si, la misma destilería que
desabastecía a las estaciones de servicio hasta no hace mucho.
En el colmo de su fiebre revolucionaria se presentó en el banco HSBC, banco
en la mira por lavado de dinero del narcotráfico y evasión, pidió 3 millones y
medio de verdes, y cuando le dijeron que
el precio era de $ 7,30…ahí comenzó la revolución.
La respuesta del Che Aranguren fue
contundente como lo fue el accionar revolucionario de su homónimo:
-¡No!, ¡terminantemente no!, ¡no les pago ese precio!
Dicen que los empleados del HSBC inmediatamente le ofrecieron tratar de
mejorarle el precio, a lo que el Che II volvió a sacarse gritando un furioso
-¡No! ¡Yo lo pago a $ 8,60!
Por supuesto que no estaba haciendo nada ilegal. Y eso convierte a su
revolución en algo único. Nada de guerrillas escondidas en sierras, ni llamados
a las masas a movilizarse, no, él solito lo hizo.
Y cambió la historia: ahora se regatea para que te suban el precio que vas
a pagar.
Y de envidia, el Che Guevara se revuelca en su tumba
porque además el Che II consiguió el apoyo de Mauricio Macri. Revoluciones son
las de ahora.
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