La persistente
militancia por la despenalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo
está dando sus frutos. Parece que va a entrar a debate en el Congreso en el mes
de Marzo. Algo que es muy bueno. Ha sido
un muy grave y criminal error que no hayamos discutido el tema del aborto con
el mismo nivel de intensidad y
permanencia con que discutimos de fútbol o política.
Y esta buena
nueva nada tiene que ver con que “el gobierno habilitó el tratamiento en el
Congreso”. Mentira. Es el fruto de decenas de años de lucha y militancia de
miles de mujeres. Prepotencia de trabajo, diría Roberto Arlt.
Tal vez alguno
piense que exagero al catalogar como homicida a la prohibición del Aborto
Seguro, Legal y Gratuito, por lo tanto me permito anoticiarlos de que suman
miles las mujeres que ha muerto en los últimos 20 años a causa de una
Interrupción Voluntaria de Embarazo realizada en lugares que hasta serían
rechazados por un criador de chanchos.
Tengo yo
también asumida posición al respecto, y esa posición es en contra del aborto. Soy creyente, y lo
soy a pesar de haber tenido una vida más que jodida ya que además de haber
padecido situaciones de muy mala suerte he sido obrero toda mi vida a lo que
debo agregar que ya llevo más de dos terceras partes de mi existencia como
peronista, dos cosas que me convierten en culpable de todos los males de
nuestro amado país.
Pero que nadie
se llame a confusión, y aunque parezca una incongruencia, apoyo la
despenalización de La Interrupción Voluntaria del Embarazo. Considero que una
despenalización del aborto está en la misma categoría de la Ley de Divorcio: a
nadie obliga a divorciarse. Dicha Ley tampoco obliga a nadie a abortar.
Los
antiabortistas, digamos, tradicionales, rechazan el aborto sin más, acusando a
quienes abortan de homicidas, alegando que el quitar la vida es solo derecho de
Dios. En parte estoy de acuerdo con esa posición, pero hay un detalle que a mi
juicio la relativiza.
Convengamos
antes que nada, que la mayor parte de los que hoy están contra el aborto en
Argentina estuvieron, y están, a favor de la tortura, la desaparición de
personas, el asesinato de manifestantes tirapiedras y la pena de muerte, además
de hambrear a millones de nacidos en haras de que el resultado de una cuenta en
los libros de contabilidad estatal dé cero.
¿O tienen
alguna prueba de que las muertes en el curso de una represión son por decisión
de Dios?
Por supuestos
que todos esos biempensantes se llaman a sí mismos buenos creyentes. Y ese
detalle al que me refería es que nadie pierde la salvación por los pecados
ajenos.
¿Entonces
porque oponerme a que una mujer se realice un aborto? Creo que puedo, y debo
militar por que nunca se recurra a un aborto, pero no impedirle a nadie el
llevar a cabo una Interrupción Voluntaria de Embarazo.
Llegado el caso
de que los creyentes tengamos razón, Dios existe y el infierno es el destino final de todos
los que matan, y si el aborto es un homicidio, ese terrible castigo no caerá
sobre los que estamos en contra del aborto, porque, repito, nadie se pierde la
salvación por los pecados ajenos.
Yo quiero
suponer que todos los antiabortistas jamás habrán pagado un aborto a nadie. Yo
tampoco lo he hecho ni lo haré, (a menos que el embarazo haga peligrar la vida de la mujer) pero no pienso impedírselo a nadie. Y digo esto con la más
absoluta tranquilidad de conciencia. La eliminación a niveles ínfimos de la cantidad
de abortos en cualquier país del mundo solo es posible de lograr con una
Educación Sexual absolutamente completa.
Tengo ya 66
años y recuerdo perfectamente que en la escuela primaria que cursé en las
ciudades de Bolívar y Olavarría en la PBA estudiábamos anatomía con láminas del
cuerpo humano…asexuadas.
Si, asexuadas.
Sin los órganos sexuales. Y recuerdo que más de uno se ligó un furibundo reto
de las maestras por dibujar o señalar lo que por naturaleza llevamos en la
entrepierna y que en esas preclaras láminas había biempensantemente
desaparecido.
Mis hijas,
educadas en escuelas estatales de la CABA, ya fueron educadas en lo sexual con
dibujos de cuerpos humanos sin ningún faltante. Un gran avance, sin duda.
Pero a mí me
parece que a nuestra Educación Sexual le falta algo. Y ese algo es el placer.
El goce. La alegría. Tengo la sospecha que se educa desde la óptica
reproductiva solamente. No hemos sido educados en cómo prepararnos y
manejar a la más poderosa pulsión que el
ser humano es capaz de sentir.
Nadie puede
negarse a una alegría. Y de esa incapacidad nace el embarazo no deseado adolescente,
por ejemplo. Y el adulto también, claro. Incapacidad que me parece nos acompaña
toda la vida.
Considero que
intentar frenar el aborto mediante una prohibición con pena de
cárcel ha sido, es y seguirá siendo un homicida error. Esto solo va a ser
logrado con una Educación Sexual que incluya una profunda pedagogía sobre el
placer, el principal motivo por el cual la mujer y el varón poseen órganos
sexuales perfectamente concatenables. Y que sirven también para la
reproducción, por supuesto.
Sostengo
que la prohibición actual del aborto está basada en el propósito de construir
poder. Una de las formas que hay de construir poder, si no la única, es imponer
una idea o relato.
Quienes son cabeza visible del movimiento en
contra del aborto fuero apoyatura de todas las dictaduras que asolaron nuestra
historia, muy especialmente la del “proceso de reorganización nacional”, del
cual siguen defendiendo las desapariciones, la tortura, el robo de bebes y el
tirar a gente viva desde aviones al mar. Y “la reconciliación”, para hacerla
completita.
Además, hoy día, gracias al colosal blindaje mediático que
tiene este gobierno y sus partidarios, pueden colocar a la Bioética como
fachada. Quien diría, los que se llenaron la boca con el “algo habrán hecho” para
justificar atrocidades, hoy nos refriegan en la cara que el ser humano es tal
desde el mismo momento de la fecundación. Por lo tanto…
No soy médico
ni nada que se le parezca, pero me parece que esa concepción puede tener razón. Pero ese razonamiento tiene un punto
por donde hace agua, un defecto que debe de ser subsanado de alguna forma.
Y el punto
es que esa Bioética está produciendo miles de muertes de mujeres gracias al
aborto (gran negocio) clandestino.
Se supone
que si hablamos de Bioética hablamos de algo que defiende la vida de todos. Y acá
hay una falla. Es algo muy difícil lograr la perfección en algo, por eso yo
acepto al aborto seguro, legal y gratuito. Y combatirlo mediante un programa
nacional de Educación Sexual que genere el sentido común de que hay que usar,
sí o sí, alguno de los métodos que hay para impedir el embarazo. Educación, no
prohibición. La Educación Sexual es vida, la prohibición del aborto es muerte.
Y ese
programa debe contemplar la cuestión más importante que tiene el sexo, y que es
el placer. Sin ese ítem, esa “educación sexual” considero que no sirve para
nada. 500.000 abortos anuales en nuestro
país con más de 300 mujeres que mueren lo prueban.
Digo
simplemente que quienes consideramos que el aborto no debe existir y nos
basamos en el Evangelio tenemos la obligación y el derecho de pelear por esa Educación
Sexual de calidad suprema que logre eliminar o al menos reducir a una mínima expresión
la recurrencia al aborto.
Del aborto solo
son responsables aquellxs que opten por llevarlo a cabo. Prohibirlo es solo
construcción y demostración de poder. Porque la mujer tuvo y tiene un gran
poder, y ese poder es el de preservar a la especie. Y a ese poder hay quienes
quieren todavía mantenerlo bajo control.
A la corta
o a la larga, el macho perderá ese control.
En serio, piénsenlo,
antiabortistas, nadie se pierde por los pecados ajenos.
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