Es interesante lo que está pasando en el
país desde el 10 diciembre de 2015. Básicamente, podemos decir que la “campaña
del miedo” fue un acierto total. Pero hay algún que otro detalle que vale la
pena mirar, y que también forma parte de “la pesada herencia”, por supuesto.
Me estoy refiriendo especialmente al mito de “la maquinita”. “Maquinita” que
Cristina usaba a piacere, generando “el infierno inflacionario” que todos
padecimos. Durante más de 10 años, a todo el país le esmerilaron el cerebro con
que la inflación era porque se emitía sin control. Repite una mentira mil veces
y tendrás una gran verdad.
La emisión es algo absolutamente necesario,
ya que la generación de riqueza que se da cada año debe ser acompañada por la
existencia de una mayor cantidad de billetes. No se puede agregar una montaña
de riqueza (PBI) todos los años, y seguir teniendo la misma cantidad de
circulante.
Se debe emitir. Y esa emisión no provoca de
ninguna manera, inflación, ya que está respaldada por el PBI que se genera
durante el año de la emisión. De ninguna manera estoy diciendo que se puede
emitir sin límite, pero viendo que EEUU emite como mínimo el 100% de su PBI,
creo que se puede afirmar que ese límite es bastante elevado.
Viene esto a colación de una de las
promesas de campaña de Macri, que entre otras afirmaciones repetidas hasta el
cansancio, dijo: “Conmigo se termina la inflación”. Para pasar a decir, después
de asumir, que la inflación tardará “dos o tres años en ser eliminada”.
Caramba. ¿”Y la maquinita”? La siguen
usando, por lo visto. Porque la inflación sigue. Y si nos atenemos a su promesa
de campaña, ya no tendría que existir, por la simple razón de que el 11 de
diciembre de 2015 pararon la fabricación de billetes.
Y como si esto fuera poco, el Jefe de
Gabinete nos enteró a todos de que les habían solicitado a los empresarios que
“moderaran los aumentos de precios”. ¿No era que los formadores de precios no
existían?
Yo ignoro si esta caída estrepitosa de dos
vitales “verdades reveladas” macristas redundará en beneficio del kirchnerismo,
pero no pueden negar que han tenido que reconocer que la emisión no tiene nada
que ver con la inflación y que los formadores de precios tienen una real y
delincuencial existencia en nuestro país.
La inflación pareciera tener otras causas
para nada relacionadas con “la maquinita".
Tratando de profundizar un poco más en el
tema inflación, me atrevo a agregar de que en Argentina, el aumento sostenido
de los precios tiene un basamento clara y puramente ideológico. Y que es
explayado a través del mantenimiento, por parte del empresariado argentino, del
mismo porcentual de participación en la riqueza que se produce.
Por si no se entiende: se quedan con la
parte del león de esa riqueza.
Esa riqueza producida, que se llama renta
nacional, nos pone delante de algo que es muy simple de entender: como se
distribuye esa renta. Y ahí surge el problema. En la permanente actitud de lograr
una mayor parte de esa renta está nuestra inflación. ¿Y quiénes pueden aumentar
su parte en la renta nacional a través de los precios? Además de acusar al
salario de ser “un costo”.
La ideología de nuestro empresariado es
claramente de ultra derecha. Por algo afirman que el salario “es un costo”.
Resumamos: odian al obrero en general y al pobre en particular. ¿Y porque?
Porque “el pobre es pobre porque quiere”. Porque son “unos negros de mierda”.
Porque son “unos planeros”. Porque “son vagos”. Etc., etc., etc., etc.
Odio de clase y racismo es la razón de ser
de nuestro querido empresariado. Y si alguien le quiere agregar una avaricia
sideral, que se quede tranquilo, que no se equivoca para nada. ¿Por qué cada
vez que surge o se habla de algún problema económico lo primero y único que
reclaman es una baja de salarios?
¿Por qué no ofrecen una rebaja del 50% de
sus ganancias?
¿A través de que accionar les parece que
aplican su claro y descomunal odio de clase y racismo? En el hecho de quedarse
eternamente con el mayor porcentual de la renta nacional. Ese rastrero
sentimiento que los anima nunca va a permitir al empresariado aceptar un aumento real del poder adquisitivo
del asalariado.
Por eso, ente cada recuperación del poder
de compra del salario otorgada por Cristina, ese lumpenaje de clase muy alta
procedía a aumentar los precios. Acusando a Cristina y la maquinita, está claro
eso. Pero la maquinita se paró. Y la inflación sigue. Porque esa ideología del
odio y la avaricia quiere seguir aumentando su participación en la renta
nacional. Y ese aumento por parte del empresariado de su parte de la torta, se
llama ajuste.
¿Qué prueba más contundente de ese odio hay
que la afirmación, por parte de ese empresariado, de que el aumento de sueldo
se debe trasladar en su totalidad al precio de las cosas?
Porque ese dinero que el obrero deja de
percibir no es que se desvanece en el aire, si no que termina en los bolsillos
del poder real. Si no es así, que el macrismo nos explique a donde fue a parar
el dinero de la quita de impuestos y rebaja de retenciones.
Ese dinero, que estaba en poder del Estado,
se usó para apoyar la duplicación de la clase media en Argentina. Y se pudo
hacer a pesar del “infierno inflacionario” desatado por “la yegua”. En
realidad, la inflación es otra de las herramientas que usa la ultraderecha para
voltear a Gobiernos incluyentes como el kirchnerismo. La otra, que es la
preferida de los poderes fácticos, es “la corrupción”.
En este link, Arturo Frondizi lo explica,
ya en el año 1964, muy claramente. Hasta yo lo entendí. Cualquier coincidencia
con la realidad que estamos viviendo, no es causualidad.
Aquí podrán enterarse del otro componente
de “la pesada herencia” que le dejó el kirchnerismo al marido de la esclavista:
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