El porque de este blog

El porque de este blog

En este blog editado por un peronista, kirchnerista, se puede encontrar una serie de post que abordan temas que creo son universales, mas allá de las particularidades propias de cada país.
Por sobre toda las cosas, a lo largo de todas mis humildes notas, apunto a mostrar la forma en que se comportó el Gobierno kirchnerista con respecto a la economía y también como se comporta la oposición, tanto mediática como política. Espero estar logrando ese cometido, de todos modos, todos los post están abiertos a comentarios que no son de ninguna manera moderados, son aceptados en su totalidad, por la simple razón de respetar a rajatabla la libertad de expresión y aclarar todas las dudas que los lectores puedan tener.
Aclaro que no soy funcionario del Gobierno Argentino, ni estoy pago por el Kirchnerismo, solo soy un trabajador empleado en el rubro hotelería, que apoya de manera clara y de frente las políticas aplicadas por Cristina Fernández de Kirchner.
Como debe ser: diciendo desde donde uno habla.
Por que la objetividad no existe, su "existencia" es pantalla de corruptos partidarios de ajustes criminales.
Porque la economía solo tiene dos maneras de ser manejada: desde las clases dominantes o desde las clases dominadas.

martes, 26 de febrero de 2013

La insoportable "crispación" kirchnerista


Y seguimos padeciendo la permanente operación mediática sobre el Gobierno, y es con el ítem  “crispación” con el que más le suelen pegar. Toda palabra pronunciada por un funcionario del Gobierno de Cristina o por ella misma, es inmediatamente remitida a un “crispante ataque”, ya sea a los medios,  a un periodista o un político opositor.

Está más que claro que nunca los acusadores se toman el trabajo de aclararnos cuales son las palabras o las frases “crispadoras” y las causas de dicha condición de tales.

Cristina, al cumplirse el primer aniversario, recordó a las víctimas de la tragedia de Once e inmediatamente salieron a darle con todo.

Primero se cansaron de decir que no se acordó durante este año de los muertos y que incluso “niega la tragedia”, pero basto que hiciera una referencia para que salieran a coro a defenestrarla. Eso sí, con mucho y purísimo amor, por supuesto.

En los links que pongo a continuación se puede ver que la “negación y el olvido” de Cristina sobre la tragedia de Once es otro ítem de las constantes operaciones anti kirchneristas:


De más está aclarar que decirle “vieja chota” “hija de puta” “yegua” y otras lindeces por el estilo a Cristina no tiene nada de crispante. Hay un profundo y descomunal odio, que es harto visible, que anima a los que insultan a diario a la Presidenta, que, entre otras cosas, no les permite aceptar que defendamos nuestras convicciones (nos acusan de violentos por hacerlo) pero si les permite justificar la agresión, mal llamada escrache, a Axel Kicillof en un buque junto a su mujer y sus dos pequeños hijos.

Insisto con el tema del escrache: este es una herramienta política y sus diferencias son más que clara con lo sucedido a Axel Kicillof: un escrache es anunciado con día, hora y lugar y se lleva a cabo con presencia policial, para prevenir cualquier desmadre.

La persona escrachada no pierde su derecho de defenderse o ser defendido, cosa con la que el Viceministro de Economía no pudo contar. Fue  una cobarde agresión aprovechando una superioridad numérica muy clara y la ausencia de fuerzas de seguridad y la evidente imposibilidad de poder recurrir rápidamente a ellas. Fue un ataque y no un escrache. Y adivinen cuál fue el razonamiento final de las pobres víctimas de la “crispación kirchnerista”: La culpa es del Gobierno.

Ni  ese poquito de honestidad para hacerse cargo de su propia mierda tienen.

Es obvio que el Gobierno confronta. Pero este es un derecho. Si no es así, ¿para qué está la Democracia? Para el confronte de ideas y programas políticos-económicos, entre otras cosas de no menor importancia. Esta oposición que tenemos, ¿acepta que se la pueda confrontar? Me da la sospecha de que no, ya que se reconocen crispados.

Afirmo que lo que consideran un insulto, una agresión “crispante” es el simple, natural y esencial derecho a decidir que ideología elegir y qué tipo de políticas uno debe aplicar.

Al mismo tiempo de que nos acusan de crispadores, nos piden consenso. Supongo que se referirán al consenso como el que ofreció Macri cuando creó la cobarde golpeadora de indigentes en situación de calle de la UCEP. O el que logró para decidir hacer 15 metrobuses y talar árboles en otras tantas avenidas porteñas.

Tengo la sospecha de que llaman “consenso” al simple hecho de tener que estar en un todo de acuerdo con ellos.

Recientemente, leyendo un blog kirchnerista, me encontré con un post que refería a un pasaje más que interesante del libro escrito por Guillermo Enrique Hudson, “Allá lejos y hace tiempo” en donde precisamente podemos apreciar la “culpa” del kirchnerismo sobre la “crispación”

En dicho pasaje, Hudson cuenta el pasatiempo favorito de los jóvenes y educados integrantes de las clases altas de la Buenos Aires de 1840:

“…Con el tiempo, descubría que sus peores enojos y sus peores injurias tenían lugar cuando ciertos jovencitos de las clases altas se hacían presentes.

La finalidad de sus visitas era divertirse provocando a las lavanderas. Comenzaban por pasearse entre ellas displicentemente.

Poco después, proseguían la caminata por encima de algún camisón primorosamente bordado, lleno de puntillas, o de cualquier otra prenda delicada extendida sobre el pasto o las rocas.

Deteníanse tranquilamente los caballeritos a prender un cigarrillo. Instantáneamente una negra hombruna se ponía de pié, y enfrentando al atrevido, derramaba un caudal de obscenidades y siniestras maldiciones…”



Como podemos apreciar muy fácilmente, los integrantes de las clases acomodadas de nuestra Capital ya estaban crispados hacia el año 1840, más o menos. O sea, el kirchnerismo ya estaba haciendo de las suyas por esos tiempos.

Y no es la única prueba de las andanzas crispadoras del kirchnerismo. Podemos, como ejemplos, recordar la inclusión, por parte de las clases dominantes de la Argentina, en la División Internacional del Trabajo creada por el imperio británico como productora de carne y trigo solamente, las masacres de la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde, el 70% de la población argentina en estado raquítico, tal como lo comprobara el médico catalán Bialet Massé hacia el año 1904, la siniestra, brutal y criminal explotación que hacían los Patrón Costa de sus peones en sus estancias, lo mismo que hacía La Forestal, por poner solo unos poquísimos ejemplos de que la crispación les pertenece en su totalidad  a las clases altas desde siempre, a las cuales pertenecen como continuadores ideológicos y absolutamente faltos de ética, como sus antecesores, los Macri, los  Magneto, los Lanata y compañía.