Una de las críticas que con mayor frecuencia se le hace a Cristina,
tanto desde la derecha como desde la izquierda es que no hace nada por los
pobres.
Nunca he podido entender a quienes se refieren cuando hablan de “los
pobres”, por lo tanto me voy a tomar la libertad de definir a “los pobres” a los cuales Cristina no les
da la ayuda por ellos reclamada.
Interpreto, por lo tanto, que como
pobre se refieren a aquel que no tiene un trabajo en blanco o en negro, es
decir, que está en la miseria, ya que no tiene una entrada mensual, por lo
tanto, tampoco obra social, ni educación, ni nada de lo que un sueldo digno
puede ofrecer.
¿Por que existen, entonces, los pobres? En principio, porque no hay
trabajo para ellos.
¿Y porque no hay trabajo para ellos?
Para intentar dar una respuesta esta pregunta creo que es absolutamente
válido recorrer nuestra historia reciente. Digamos los últimos 40 años. Y
sostengo que hay una constante muy clara durante gran parte de esos 40 años, y
que tiene una palabra que la define palmariamente:
ajuste.
Desde la derecha nacional le reclaman por los pobres a Cristina,
reclaman en suma, por algo que siempre existió, ya que una de las grandes
verdades de esa derecha es que “siempre hubo ricos y pobres”
¿Por qué reclaman entonces por los pobres si siempre los hubo? Que
siempre hubo ricos y pobres no es una novedad, el tema es que no dicen nada con
esa “verdad revelada” sobre las verdaderas causas. Porque todo efecto tiene su
causa. Y la pobreza es un efecto de una
causa, no algo natural, que “existió siempre”, como el aire.
Pero pareciera que los hubo
desde siempre por culpa de Cristina, no más.
Recordemos: durante el genocida proceso militar que asoló el país desde
el `76 al `83 se impuso una recordada frase, que también se transformó en una
forma de referirse a nosotros por buena parte del mundo: el “deme dos”.
Muchos lo saben pero lo cuento igual: el dólar estaba tan barato, que
cualquiera que tuviera unos pesos, podía comprar una parva de dólares, irse a
Miami y traerse media ciudad. Negocio redondo.
Pero en verdad no lo fue tanto: todo eso que se compraba en Miami, no
se compraba en Argentina, a lo que debemos agregar la liberación de las
importaciones, lo que permitió que lo que no se traía desde Miami por los “deme
dos” entraba sin aranceles de manera legal, o sea muchísimo más barato que lo
de fabricación nacional.
Abreviemos: esa política cerró 22.000 fábricas y dejó a 5 millones de
personas sin trabajo. O sea, en la pobreza. No hay nada que hacerle, tienen
razón: siempre hubo ricos y pobres. “Verdad” con la que ocultan en realidad,
que los pobres también se fabrican como se fabrican ricos, que no es un hecho
“natural”, que son producto de un
sistema, de una forma de manejar la economía.
Cuando de pobreza se habla desde
posiciones políticas de derecha, esta derecha saca a relucir otras de sus
verdades: “los pobres son pobres porque quieren”.
Es la “verdad” más contundente
de todas: a la gente pobre le encanta vivir en villas miserias, sin cloacas,
sistema de salud, educación, sin esperanzas, sin proyecto.
Vuelvo a preguntarles: ¿Por qué entonces reclaman por los que están en
la pobreza porque quieren?
Pero a veces, que “los pobres son pobres porque quieren” no alcanza
para “demostrar” que la pobreza es natural, por lo tanto aportan más
“verdades”: “Los pobres no quieren trabajar”.
Lacerante “verdad”. Veamos: desde
el año 2003, se han creado en el país, gracias a las políticas económicas
implementadas por los gobiernos de Néstor y Cristina, entre las que se
encuentra un tipo de cambio que no nos permite el “deme dos”, mas de 5 millones
de puestos de trabajos, y todos están cubiertos. O sea, que la gente pobre, (¿Quién,
si no?) que era pobre por que no querían trabajar, ocupó esos puestos que se
fueron creando.
La conclusión es muy fácil de sacar. Cuantas veces también hemos
escuchado que con un plan trabajar o Jefas y Jefes de hogar les alcanza.
Hermoso argumento, que les sirve de paso para asegurar que no se les deben dar
aumentos de sueldos a los pobres, ya que como son pobres “naturalmente”, con
poco les alcanza.
No está demás decir que a este año, 2012, ya casi no existen esos
planes.
Siempre encuentran “razones” que “justifican” la pobreza, si no es
“natural”, es porque quieren ser pobres o no quieren trabajar, nunca vamos a
oírlos hablar de lo que es este sistema económico que vivimos, el capitalismo salvaje, que establece que el
único beneficiario de lo que el trabajo es capaz de lograr, y que es bastante,
es el capital.
Sin embargo, ¿conoce alguien algo que no sea fruto del trabajo? Todo
sale del trabajo, incluso el capital, pero los beneficios ya sabemos quién se
los queda.
Por supuesto que del sistema que produce, que fabrica pobres, (y el ajuste los produce al por mayor) nunca
hablan los acusadores-defensores de los pobres, salvo que se trate de acusar a
Cristina, ahí si hablan de los pobres como causados por un sistema, por un
gobierno.
En ese caso, se olvidan de la “culpabilidad” del pobre por su
condición, tienen un culpable (una culpable, en este caso). Pero hete aquí que
inmediatamente de que el Gobierno hace algo por los pobres, nos refriegan en la
cara otra de sus “verdades absolutas”: la Presidenta “ayuda a vagos”.
Por supuesto que tampoco los ricos hablan de la pobreza provocada por
los ajustes, ya que estos son la prueba de que el pobre se fabrica, se produce,
que no tiene nada de natural, que es fruto de la política desde siempre
aplicada en el reparto de la renta producida en el mundo: Aclaremos: 80% para
el capital y el 20% para el trabajo.
Este reparto, ¿que produce? Personas que “quieren ser pobres”. Y que
además no sufren por ser pobres, porque siempre lo han sido. Tienen el estómago
reducido, por lo cual, con poco están llenos.
No pasa lo mismo con otra gente, la buena gente, la que se preocupa por
los pobres, que naturalmente son ricos, y necesitan la abundancia, que
naturalmente les pertenece, tanto alimentaria como económica.
Baste para comprobarlo la panza de algún
millonario.
Panza y bolsillos llenos, pero no es todo lo que tienen lleno,
también tienen llenas las cabezas de prejuicios, nunca encontrarán algo bueno o
confiable a un pobre.
Todos los defectos que un ser humano puede
tener, según afirman ellos, están presente en los pobres. ¿No será que están
proyectando? ¿No será que les remuerde la conciencia saber que la fábrica de
pobres es la riqueza que ellos se están quedando desde siempre?
Porque el reparto de la renta tan desigual que
existe en este mundo neoliberal es a todas luces injusto, y los que dicen que
siempre hubo ricos y pobres y los pobres son pobres porque quieren, son los que se quedan con la parte del león en
ese reparto. Que natural casualidad, ¿no?
Decía Abrahán Lincoln, allá por 1861: El trabajo es anterior a, e independiente del capital.
El capital es sólo el fruto del trabajo, y nunca hubiera existido, si el
trabajo no hubiera existido primero. El trabajo es superior al capital y merece
una más alta consideración.
¿Podrían los ricos negar esta verdad? Creo que es más que evidente que
todo sale del trabajo. ¿Como puede ser que eliminen tanto trabajo mediante los
ajustes y que además no se reconozca la importancia fundamental del trabajo a
la hora de definir los sueldos?
También sostienen muy a menudo que el trabajador es culpable de su
pobreza por no ser empresario o comerciante, ¿podrían, de paso, aclarar cuanto
tiempo llegaríamos a vivir en una gran ciudad si los recolectores de basura se
declararan en huelga por tiempo indefinido? ¿Cuántos días pasarían antes de
estar tapados por basura, moscas y todo tipo de insectos y bacterias?
No se es tan culpable por ser trabajador.
¿Quién no los ha escuchado a los empresarios auto elogiarse hasta el
paroxismo? Son elevados espiritualmente, cultos, superiores. Y ricos, por
supuesto. ¿Por que se enfurecen tanto ante un aumento de sueldo o una mejora en
las condiciones del trabajador? ¿Por qué siendo tan superiores, no promueven
auditorias públicas para demostrar esa otra gran “verdad revelada” que los
enfurece: “Los sueldos son inflacionarios”? ¿Si esto es verdad porque no hacen
pública su contabilidad? Parece que la elevación espiritual que los aqueja no
lo permite.
Lo que si les permite esa “superioridad” es afirmar, muy sueltos de cuerpo, “que no
tienen para comer pero sí tienen televisor”, como si el hecho de ser pobre
también implicara que no se debe tener algo de esparcimiento e información.
Extraña forma de defender a los pobres, ¿no les parece?
Pero en su eterno afán
de demostrar su soltura de cuerpo, nos suelen
descerrajar con otra “verdad
iluminada”: “solo son pobres los que no trabajan”.
Basta para “comprobar la veracidad” de esta
afirmación recordar al millón de trabajadores del campo que están en negro, o
el trabajo esclavo en los talleres textiles que bastante seguido son puestos al
descubierto, últimamente, gracias a la tarea desarrollada por el gobierno que
“no hace nada por los pobres”
Esta forma de encarar la relación de
dependencia es una muy efectiva fábrica de pobres. Y muy tradicional, no es
desde el año 2003 que existe en Argentina, se puede rastrear su historia, por
ponerle una fecha caprichosamente, hasta los comienzos del siglo 20, con las
masacres de un par de miles de obreros de la Patagonia Rebelde y la Semana
Trágica, por ejemplo.
Masacres llevadas a cabo para defender a los
que son ricos por naturaleza. Si son ricos por naturaleza, ¿por qué se
dedicaron a masacrar a aquellos que solo pedían una jornada de trabajo de 8
horas, en lugar de las 16 horas que tenían que cumplir “por naturaleza”? En
definitiva, solo trataban de trabajar menos, de ser un poco más pobres.
Recientemente, un “asiduo” defensor de los
pobres, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aumento el
boleto de Subte en un 127%, llevándolo de $ 1,10 a $ 2,50.
Curiosa forma de defender pobres, ya que el
Subte es usado mayoritariamente por trabajadores, a mas de tener ese aumento un
gran parecido con las políticas de ajustes, muy patrocinadas por los
“defensores de pobres”, que sin duda, aman tanto a los pobres, que no pueden
resistir la tentación de producirlos al por mayor mediante ajustes, o en su
defecto, cuando no pueden ajustar masivamente, por culpa seguramente de algún
gobernante “crispador”, ayudarlos con un
“aumentito” como el que acabo de mencionar.
Es, creo, necesario posar la vista por el
presupuesto de la CABA para apreciar la verdadera catadura moral del Jefe de
Gobierno cuando se niega a subsidiar el boleto basándose en la excusa de “que
no tiene los recursos”.
La Ciudad tiene un presupuesto anual de 33.000 millones de pesos, lo
que hace un gasto de $ 11.414 per cápita, cantidad que surge de dividir el
presupuesto por la cantidad de
habitantes que tiene la Capital Federal que es de 2.891.082. Si tomamos el
subsidio total que daba el Gobierno Nacional al servicio de subte, 720 millones
de pesos, nos enteramos que el costo del subsidio asciende a la astronómica
suma de…$ 242 por año, por persona.
Es insostenible esta aseveración del Jefe de
Gobierno. De una suma de $ 11.414 que se gastan por habitante de la ciudad se
pueden destinar, tranquilamente, $ 242 a
subsidiar el transporte.
Sobran los recursos, el problema es que en
estos “defensores de pobres” sobran también el odio de clase y las ganas de
voltear a Cristina a como sea.