El porque de este blog

El porque de este blog

En este blog editado por un peronista, kirchnerista, se puede encontrar una serie de post que abordan temas que creo son universales, mas allá de las particularidades propias de cada país.
Por sobre toda las cosas, a lo largo de todas mis humildes notas, apunto a mostrar la forma en que se comportó el Gobierno kirchnerista con respecto a la economía y también como se comporta la oposición, tanto mediática como política. Espero estar logrando ese cometido, de todos modos, todos los post están abiertos a comentarios que no son de ninguna manera moderados, son aceptados en su totalidad, por la simple razón de respetar a rajatabla la libertad de expresión y aclarar todas las dudas que los lectores puedan tener.
Aclaro que no soy funcionario del Gobierno Argentino, ni estoy pago por el Kirchnerismo, solo soy un trabajador empleado en el rubro hotelería, que apoya de manera clara y de frente las políticas aplicadas por Cristina Fernández de Kirchner.
Como debe ser: diciendo desde donde uno habla.
Por que la objetividad no existe, su "existencia" es pantalla de corruptos partidarios de ajustes criminales.
Porque la economía solo tiene dos maneras de ser manejada: desde las clases dominantes o desde las clases dominadas.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Para saber quién es, que hizo, y que quiere hacer la derecha en Argentina y en el mundo


Nos llaman “historiadores improvisados” y en cambio ellos son los historiadores consagrados, los que dicen la verdad. O. B.

PERO YA LES LLEGA LA HORA CLAVE.

Publicado por Rubén Lázaro Demirjian

Ya no hay retorno y es el miedo a la “HORA CLAVE”

Este no es viento de cola, esto es aire nuevo que  llega de los cuatro puntos cardinales de nuestra Argentina. Para limpiarnos de tanta suciedad que supieron construir

El revisionismo abarca tanto a los que nos enseñaron en la escuela como a los que nos enseñaban desde los medios por eso no es difícil de encontrarnos con Mariano Grondona ,abogado,  catedrático y formador de opinión.

“Usted, que defendió siempre todos los golpes militares y su violencia, es coherente que luche por mantener ese poder. Pero nosotros seguiremos limpiando nuestro pasado histórico, sin necesidad alguna de falsear los hechos.” 

Osvaldo Bayer,  refiriéndose a Mariano Grondona

 

El “revisionismo” histórico, reescribir groseramente la historia para hacer de las víctimas, victimarios, y de los victimarios poco menos que víctimas, es una pasión muy cultivada en el último cuarto de siglo: Furet y su equipo lo hicieron en Francia –dando una nueva vuelta de tuerca a la difamación grosera de Robespìerre y del Partido de la Montaña–, Nolte y su gente lo hicieron en Alemania –culpando a la izquierda y al movimiento obrero, sus principales víctimas, del ascenso de Hitler–, y los César Vidal y los Píos Moas lo hacen ahora mismo en España –presentando a don Manuel Azaña y al PSOE de la II República como provocadores del golpe del General Franco–. El escritor e historiador argentino Osvaldo Bayer denuncia aquí algo parecido en el no menos primitivo revisionismo histórico argentino, dándonos de paso la ficha de un verdadero perillán: Mariano Grondona. SP.

La historia oficial

Página 12, 8 octubre 2005


“Es imperdible seguir de cerca la argumentación de los que perdieron pero siguen teniendo el poder. Se enojan y arrojan rayos y centellas a los que se atreven a discutir la historia. Nos llaman “historiadores improvisados” y en cambio ellos son los historiadores consagrados, los que dicen la verdad. Mariano Grondona desde La Nación y desde sus audiciones radiales y televisivas advierte severamente sobre el peligro que significa discutir la historia consagrada. Peligro, que él remarca, recaería sobre los jóvenes. Desde La Nación nos ha sacudido con un artículo titulado “Falsificación de la memoria colectiva”. Nada menos. El, que no es historiador, sino abogado y periodista, nos da lineamientos de una moralidad discutible de cuál es la verdadera historia argentina. El representa a los roquistas, los que construyeron la historia oficial.
Claro, cuando uno tiene en cuenta la biografía del indignado “historiador” Grondona se da cuenta por qué. Apoyó a todos los golpes militares desde 1962. Ocupó altos cargos, entre ellos embajador del triste dictador Onganía, conspiró y finalmente fue asesor de la Fuerza Aérea en la dictadura de la desaparición de personas, amén de haber sido director de Visión, la revista de los dictadores más sucios de la historia americana: los Somoza. Además fue banquero en 1980 con un altísimo sueldo.
Y es estanciero, de campos por Pehuajó, allí, cercanos de las tierras que recibió Roca después de su campaña “civilizadora”. Toda una biografía para guardar silencio y retirarse. Gozar de lo ganado y tratar de pasar inadvertido. Pero no, además quiere hacer triunfar su interpretación de la historia.
Respecto de su ética política, Grondona ya perdió para siempre. Nunca fue preso por defender a la democracia, sino que fue premiado por bestiales dictaduras militares. Y él las sirvió. Un pasado que jamás podrá negarse. Nadie que fue hombre de la dictadura militar de la desaparición de personas, robos de bebés, arrojo de vidas desde aviones, torturas, robo de propiedades de las víctimas, podrá ya postularse como señalador arquetípico de la moral en la Historia. Los historiadores alemanes que “comprendieron” a Hitler callaron para siempre. Grondona, después de Videla, no. Y sigue con sus tesis y defiende ex cátedra con ardor la campaña de Roca contra los pueblos originarios. Que puede traducirse en la fórmula: civilización significó en suma quedarse con la propiedad de la tierra.
A quienes hemos iniciado la discusión sobre lo que significó la mal llamada “Campaña del Desierto” nos llama “falsificadores”. Y en esto cabe la pregunta: ¿es falsificar la historia traer los nombres y las extensiones de tierra –de las mejores tierras– con las que se quedaron conocidos propietarios como Martínez de Hoz, que recibió nada menos que 2.500.000 hectáreas después de la campaña roquista? ¿Es falsificar la historia reproducir documentación científicamente histórica como esta crónica de 1879 de diarios de época como la de El Nacional al terminar la matanza de Roca?: “Llegan los indios prisioneros con sus familias. La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano, unos se tapan la cara, otros miran resignadamente el suelo, la madre aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización”. Textual.
¿Es “falsificación” traer a la memoria el inmoral decreto por el cual se premia a Roca con 50.000 hectáreas de las mejores tierras como premio a su “hazaña”, a pesar de que cobraba sueldo de general? ¿Es falsificar reproducir los discursos de Roca donde invariablemente califica de “los salvajes, los bárbaros” a los pueblos originarios mientras San Martín, medio siglo antes los llamaba con respeto “nuestros paisanos los indios”? ¿Es falsificar la historia traer los avisos de los diarios de Buenos Aires, después de la campaña de Roca, que con el título “Entrega de indios” señalaban: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”? ¿Es falsificar la historia citar al comandante Álvaro Barros cuando denuncia ante el Parlamento nacional: “El Ejército Argentino, siendo uno de los más deficientes y atrasados, es el más caro del mundo. El resultado económico de este desorden es notable. Mientras que el soldado alemán cuesta 199 pesos fuertes por año y el francés 189, el argentino cuesta 521 y mucho más en tiempo de guerra, y sufre como ninguno y en todo tiempo, todo género de necesidades y miserias”? La pregunta es, ¿quién se quedaba con el vuelto?
Sarmiento lo dirá claramente cuando conjuga un nuevo verbo, el verbo “atalivar”. Ataliva se llamó el hermano de Julio Argentino Roca. Y Sarmiento sostenía que Roca hacía los negocios y Ataliva “atalivaba”, es decir se quedaba con el vuelto, o para hablar claro, con la coima. Estudiosos pampeanos han investigado la enorme fortuna a la que llegó Ataliva. Tan grande como la de su hermano, el presidente Roca, quien al iniciar su primer período declara no tener bienes. Pero al morir dejará una herencia impresionante. La pregunta es: ¿llegó a ella ahorrando su sueldo? Todo se puede ver en la documentación científicamente histórica que se encuentra en Tribunales.
El mismo comandante denuncia cómo el ejército de Roca tortura a los indios prisioneros. Poniéndolos en el cepo y descoyuntándolos. ¿Atentamos contra la verdad histórica cuando citamos a José Hernández, el autor de Martín Fierro, quien dirá textualmente: “Nosotros no tenemos el derecho de expulsar a los indios del territorio y menos de exterminarlos. La civilización sólo puede dar los derechos que se deriven de ella misma. La sociedad no hace de los gobiernos agentes de comercio, ni los faculta para labrar colosales riquezas lanzándolos en las especulaciones atrevidas del crédito. La sociedad no podría delegar, sin suicidarse, semejantes funciones, que son el resorte de su actividad y su iniciativa”?
Los que hemos solicitado que se retire el monumento a Roca del centro de la ciudad –es el más grande de todos los monumentos argentinos– lo hacemos por respeto a la mayoría de la población argentina. Después del estudio del Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la Universidad de Buenos Aires, (http://www.portinos.com/9956/huellas-digitales-aborigenes-en-nuestro-adn) (http://www.ffyb.uba.ar/gxpsites/hgxpp001.aspx?2,1,1605,O,S,0,PAG;CONC;1609;6;D;2178;1;PAG;,)  que comprobó que el 56 por ciento de los argentinos tiene antepasados indígenas, no se puede seguir faltándole el respeto a la mayoría de nuestra población plantándoles ese monumento en el centro de la ciudad –que además lo puso un gobierno no democrático–. He propuesto que el monumento no se destruya pero que se lo lleve a la estancia La Larga, que recibió como pago a su matanza y esclavitud de los pueblos nativos. Allí, en esa estancia, sus bisnietos podrán agradecerle ante su estatua los beneficios que les dejó el señor general.
Señor Mariano Grondona: usted firmó debajo del retrato de Ronald Reagan, en la tapa de A Fondo su frase: “Compartimos con él lo más importante, el enemigo”. Está todo dicho. Reagan, y ahora y siempre Roca. Pero la historia pertenece no sólo a los dueños de la tierra, sino también a los humildes y a sus sufrimientos. Es hora ya que con documentación científicamente histórica demostremos quién se quedó con todo, cómo se repartió la tierra conquistada, cómo fueron tratados los pueblos que la habitaban. Usted, que defendió siempre todos los golpes militares y su violencia, es coherente que luche por mantener ese poder. Pero nosotros seguiremos limpiando nuestro pasado histórico, sin necesidad alguna de falsear los hechos. Pero de cualquier manera, si usted tiene sus dudas, lo esperamos ante el monumento a Roca en las reuniones que convocamos para debatir en público cada uno de nuestros argumentos. Es usar la democracia y practicarla, y no hablar ex cátedra desde los medios de comunicación más poderosos, cosa que usted siempre ha practicado, en dictaduras feroces y en gobiernos democráticos.
Además de la historia de la represión de los pueblos originarios durante Roca, habría que hablar sobre la represión obrera que efectuó durante sus mandatos. La ley 4144, de Residencia, le pertenece a él, escrita por Miguel Cané. Es una de las leyes más crueles contra la lucha indiscutible de los obreros por las ocho horas de trabajo. Además de las brutales represiones contra sus manifestaciones. Pero, de eso no se habla, esos hechos recién ahora están saliendo más allá de las luces de los libros. Ya es tema docente.
A la historia no la deben hacer solamente los que tienen el poder. Porque claro, si no en el futuro tendríamos que tomar como ciertas las palabras de Grondona sobre el dictador Videla, a quien definió en forma un tanto angelical: “Un poder suave, discreto… ante un país que viene de largos desencuentros, el agua fresca de una esencial innovación”. Videla.
Quien lea esta última frase ya no podrá creer su acérrima defensa de Julio Argentino Roca. Aplica las mismas medidas, alguien que se auto titula historiador, o por lo menos que quiere dar normas de historia. No, la historia no puede ser escrita sólo por Grondona y los historiadores que él alaba. Por lo menos, la democracia tiene que tener, como norma, el debate.

Osvaldo Bayer es un escritor argentino actualmente residente en Alemania. Historiador del movimiento obrero argentino y del anarquismo, periodista y novelista, su libro más conocido, aclamado como un clásico, es: La Patagonia rebelde (4 vols.), varias ediciones (la última: Buenos Aires, Planeta, 1995).
Blog de Osvaldo Bayer

Mariano Grondona en su hora clave…

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