El domingo 7 de octubre de 2012 fue el día que Hugo Chávez
consiguió su tercer mandato consecutivo de 6 años como Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela. Pero también es el día en que, me parece, se
confirman, que se hicieron visibles las grietas del hasta no hace mucho tiempo
considerado invencible poder de manipulación de las empresas editoras de
diarios, revistas, radios y canales de TV.
¿Porque lo digo? Porque la campaña mediática llevada
a cabo en contra de Chávez llegó a un paroxismo al que todavía no se llegó en
Argentina, aunque, sostengo, ya se vislumbra. En Venezuela es algo bastante
común pedir el asesinato del Presidente Chávez. De ese lugar, para atrás, es
fácil advertir que les cabe todo lo malo que se le pueda ocurrir a los opositores
a Chávez, que al igual que los opositores de Cristina, odian descomunalmente.
No es un dato menor, que a pesar de la fortaleza de
la campaña en contra del Bolivariano, que, al igual que contra Cristina, es una
campaña que se extiende más allá de las fronteras venezolanas, este se pudo
imponer. Basta leer los editoriales de El País y ABC de España para visualizar la virulencia y lo extendida que fue, es y
seguirá siendo dicha campaña.
Pero el invencible muro no está destruido, presenta
profundas grietas, hay en él temores y desesperación, pero no están vencidos.
Pero es una buena noticia saber que uno de los aspectos principales de toda
lucha por el cambio se está haciendo muy bien.
La parte comunicacional es lo principal, hay que
llegar claro y limpiamente a todos los rincones, porque yo creo que incluso en
los sectores opositores, hay gente que en realidad les cree de muy buena fe a
los hegemónicos, y es a ellos que tenemos que llegarles.
Nadie dice que el Gobierno de Hugo Chávez es
perfecto, mas bien todo lo contrario, he leído innumerables críticas por las
cosas que todavía le falta solucionar a la causa bolivariana, y de parte,
además, de partidarios del Chavismo. En estas elecciones sacaron unos 8 puntos
porcentuales menos que en la elección anterior si no me equivoco.
Siempre va a
haber disconformes e insatisfechos, pero es responsabilidad de las políticas
comunicacionales del campo nacional y popular advertir que los errores y faltantes
de un proceso tan profundo de cambios no van a ser solucionados por los que
critican esos faltantes, faltantes que se deben a las políticas que supieron
esos actuales críticos implementar.
¿O la pobreza que abunda en América es culpa de
Cristina, Evo, Hugo, Rafael o Lula?
Seguro que los que no lo votaron a Chávez esta vez
lo hicieron esperanzados y creídos de que los que los mandaron de por vida a la
miseria los van a sacar de ella. La derecha sabe explotar muy bien la
disconformidad, la falta de soluciones, que mucha gente aun padece en nuestra
Patria Grande, pero en parte, la culpa de esa eficacia es nuestra, no hemos
podido dar una solución en lo comunicacional a esas legítimas disconformidades.
No les explicamos adecuadamente que no es posible
solucionar la milenaria pobreza en un par de períodos por más eficaces que
pudieron haber sido las políticas aplicadas, políticas que redujeron la pobreza
y la miseria a menos del 50% de la que Venezuela tenía en el año 1998, año de
la primera asunción del Bolivariano. Indubitable eficacia.
Es obvio que con lo comunicacional no se come, no es
posible alimentarse de un afiche o un aviso en TV por buenos y esclarecedores
que sean, pero sí permiten llevar a cabo un análisis de la realidad con mucha más
información que la que te dan los medios y políticos que generaron, favorecen y
apoyan ese estado de cosas, esa miseria, que aseguran “rechazar”
Contar con toda la información es fundamental para
poder tomar una decisión lo más acertada posible. Esta premisa vale tanto para
un científico, un general, un economista como para un simple habitante de un país que
tiene que decidir su voto.
Es una tarea dificilísima, sin duda, vencer a las
corporaciones mediáticas, tan “objetivas, veraces e independientes”, pero el
reciente triunfo de Cristina y ahora el de Hugo, dejan sin duda bien claro que
es posible.
Es obvio que la mayor responsabilidad está en manos
de nuestros gobernantes, pero no podemos estar ausentes de esa batalla, desde
el apoyo que les damos, hasta la participación activa en la difusión de esa
información, también es responsabilidad de nosotros esa lucha.
Podemos comprobar la catadura moral del muro
mediático con la movida que llevó a cabo Clarín que consiguió el nombramiento
de un Juez que juró por las actas del proceso genocida, que está jubilado, que
fue cómplice, junto con Clarín y La Nación, del genocidio, y el hundimiento de
toda una nación y ahora, va a dictaminar sobre la “inconstitucionalidad” del Artículo
161, sobre desinversión de la Ley de Medios.
No voy a ponerme a contar lo difícil y trágica que
ha sido la larga lucha de los pueblos sudamericanos por lograr Dignidad y Justicia, todos lo sabemos, pero también hemos tenido, y tenemos, la
bendición de contar en las filas Nacionales y Populares a grandes artistas,
intelectuales, comunicadores sociales y profesionales de Ciencias Sociales, a
los que, una vez más, les tenemos que pedir que vuelvan a poner todo su arte y
sus saberes para encontrar las mejores palabras, las mejores ideas, los mejores
argumentos, las mejores formas para poder llegar al corazón de todos aquellos
que hoy día, de buena fe, les siguen creyendo a los medios hegemónicos.
Y debemos llegarles no necesariamente para que se
hagan kirchneristas, sino para que abandonen el lado oscuro de la sociedad, el
lado del odio descomunal. Ese debe ser el eje: que abandonen el lugar desde el que solo es posible
destruir.
Ser oposición es un derecho natural en democracia, pero como todo
derecho, este también genera obligaciones. Criticar, pero también proponer y
respetar, reconocer lo bueno, los avances, los méritos del Gobierno al que se
oponen.
No será tarea sencilla, pero somos muchos los que
vamos a estar detrás de todos ellos, apoyando con todas nuestras fuerzas esa
dura, inevitable y muy necesaria lucha, que sí o sí, debemos ganar.
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