Cuando se decide incluir a la Argentina en
la División Internacional del Trabajo como productora de trigo y carne, únicamente, no hay dos
demonios, hay solo uno.
Cuando
se bombardea la Plaza de Mayo llena de
civiles, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se voltea a un Gobierno democrático
no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se proscribe a un partido político
junto a la mayoría del pueblo que lo acompaña, no hay dos demonios, hay solo
uno.
Cuando se roba y oculta el cuerpo de una
líder política durante 18 años, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se fusila en los basurales de José
León Suarez a militantes que quieren que se restituya a un Gobierno
democrático, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se vuelve una y otra vez a voltear
Gobiernos democráticos, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando un sector del pueblo proscripto
decide tomar las armas, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando a un líder enfermo y a punto de
morir se lo rodea de corruptos al servicio de una potencia extranjera, no hay
dos demonios, hay solo uno.
Cuando a una mala gobernante se decide, 7
meses antes de elecciones, sacarla mediante un golpe de estado, no hay dos
demonios, hay solo uno.
Cuando se decreta “aniquilar al enemigo”
pasando por alto lo que establecen las leyes internacionales, no hay dos
demonios, hay solo uno.
Cuando se decide hacer desaparecer al
Estado, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se decide aplicar políticas de
ajuste, hacer cerrar 20.000 fábricas y dejar a millones de obreros sin trabajo,
no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se decide endeudar corruptamente a
un país, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se decide reprimir ilegalmente, no
hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se ata a un detenido y se lo tortura
hasta la locura y la muerte, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando a un detenido, torturado y fallecido
se lo hace desaparecer, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se decide robar bebes y hacer
desaparecer su verdadera identidad y a sus padres, no hay dos demonios, hay
solo uno.
Cuando se decide robar empresas, no hay dos
demonios, hay solo uno.
Cuando se decide ir a una guerra, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se decide no darles a los soldados
los elementos mínimos indispensables para el combate, no hay dos demonios, hay
solo uno.
Cuando se decide torturar a sus propios soldados
en el frente de combate en Malvinas, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando se decide robar lo donado por un
pueblo para sus combatientes en Las Malvinas, no hay dos demonios, hay solo
uno.
Cuando se decide reprimir una manifestación
en reclamo de democracia, no hay dos demonios, hay solo uno.
Cuando quienes torturaron, robaron,
desaparecieron personas, endeudaron para siempre a un país, hundieron a su
gente en la desocupación y la miseria, encararon mal una guerra, torturaron a
sus propios soldados, se fueron del Gobierno que usurparon hundidos en el
oprobio y el más profundo estigma ante todo el mundo, es porque son el demonio
que impidió el normal desarrollo de la Democracia en Argentina, impidiendo,
entre otras muchísimas cosas, la inserción en la cultura de la Nación del
Principio de la Presunción de Inocencia, principio sin el cual no es posible
andar caminando tranquilamente por las calles, lo que le permite hoy a ese demonio acusar de corrupto a
cualquiera que no comulgue con sus ideas.
También tuvimos compatriotas que siendo víctimas
predilectas de esta predadora y genocida clase dominante de nuestro país,
equivocaron el camino. Pero equivocarse no los convirtió en demonios.
Esta clase dominante nunca se equivocó, hizo
lo que hizo, repetidas veces, porque esa es su elección estratégica, su
creencia, el camino elegido desde siempre y para siempre, su ideología, su
razón de ser en esta vida. Son el único demonio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario